Viaja como un local: 5 costas españolas

Escapadas de larga estancia o de fin de semana para descubrir el mar desde otro lugar, con ritmo propio y sabor local.

España no tiene una sola costa, tiene muchas. Y cada una es un universo: algunas son bravas, con acantilados que miran al norte y cielos cambiantes; otras, más serenas, se extienden hacia el Mediterráneo con calas tranquilas, dunas, luz dorada y ritmo lento.

Este no es un recorrido geográfico, es una invitación a descubrir cinco costas que hemos seleccionado no por ser las más famosas, sino por lo que ofrecen a quienes buscan escapadas con autenticidad. Costas que conservan lo local, lo cotidiano, lo que ocurre cuando sale el sol y se abren las ventanas.

Un viaje que no entiende de temporada alta ni baja, porque estas costas se disfrutan más allá del verano: ideales para escapadas de fin de semana, para reconectar con el entorno, para saborear, mirar, caminar y quedarse un poco más.

En este recorrido te llevamos por cinco tramos de litoral con carácter propio. Lugares donde lo local sigue latente, y donde viajar se convierte en una experiencia sensorial y emocional más que en un simple desplazamiento.

Cinco costas que también dan forma a nuestras guías de viaje Weekender: escapadas pensadas para viajar con propósito y conectar con lo que hace único a cada lugar.

Vista de un puerto pesquero en Punta Moreiras en O Grove con barcos amarrados y redes marineras secándose al sol.

Galicia –– Costa Atlántica

(Vigo, O Grove, Corrubedo)

Aquí el mar no solo pinta el paisaje, también lo define. En la costa atlántica de Galicia, cada puerto, cada mesa y cada conversación tiene algo de sal. Desde las rías baixas, pasando por ría de Arousa hasta el extremo más salvaje del Parque Natural de Corrubedo, esta es una de las costas del norte de España donde la vida marinera sigue marcando el pulso, entre mariscadas, sol hasta largas horas del día, viento y niebla.

Vigo es ciudad en transformación: conserva su identidad pesquera mientras florecen espacios creativos, gastronomía de mercado y una vida urbana que convive con las Islas Cíes enfrente y O Morrazo al otro lado. Las lonjas, las tabernas con mesas de zinc, cánticos en los furanchos son claves para entender su esencia.

O Grove huele a percebe y a albariño, a taberna con mantel de papel a cuadros y bancos de madera, donde el marisco llega del puerto directo a la mesa. Aquí todo ocurre cerca del agua: los barcos entran y salen sin cesar, las bateas dibujan el horizonte de la ría de Arousa, y cada paseo por sus playas se convierte en una forma de saborear la costa gallega más gastronómica. Y de contemplar algunos de los atardeceres más inolvidables.

Corrubedo, en cambio, es naturaleza en estado puro. Dunas inmensas, senderos costeros y playas abiertas al Atlántico. Un paisaje donde lo salvaje no es solo una palabra, sino una sensación. Ideal para quienes buscan una escapada entre naturaleza, desconexión y aire que sopla con fuerza y sentido.

Una costa para recorrer con calma, cámara en mano o simplemente con el paladar despierto. Las Guías Weekender de Galicia recorre estos puntos clave —Vigo, O Grove y Corrubedo— con recomendaciones locales para explorar desde dentro: playas salvajes, rutas con sabor, alojamientos honestos y gastronomía gallega en estado puro.

  • Vistas de Playa de O Morrazo al amanecer, arena blanca y agua en calma.

    Cangas, O Morrazo

  • Panorámica de las bateas flotando sobre la ría de Arousa en un día de Playa.

    O Grove

  • Vista de un puerto pesquero en Corrubedo con barcos amarrados y casas bajas de fondo.

    Corrubedo

Pueblo pesquero asturiano con casas de colores junto al puerto, rodeado de verde y mar.

Asturias –– Costa Verde

Aquí la costa no es solo litoral: es selva, bruma, acantilado, comida caliente y ola helada. La Costa Verde de Asturias es probablemente uno de los tramos más salvajes, variados y visualmente impactantes del norte peninsular. Un destino que se abre al mar Cantábrico sin renunciar al verde de sus montañas y que condensa la esencia del turismo de naturaleza: caminar, respirar hondo y mirar lejos.

Con más de 200 km de litoral, la costa de asturiana serpentea entre playas escondidas, pueblos pesqueros del norte con fachadas coloridas, villas marineras que resisten al paso del tiempo y acantilados donde los miradores se convierten en momentos memorables. Comenzando por Colombres y Llanes hasta Luarca, pasando por joyas como Lastres, Ribadesella, Tazones o Cudillero, cada parada es una postal que sabe a sal, a sidra recién escanciada y a tradición viva.

Este tramo de costa no solo es perfecto para un verano diferente: también es ideal para una escapada de fin de semana fuera de temporada. Asturias se disfruta todo el año, con rutas junto al mar, atardeceres desde faros y una gastronomía que convierte cada parada en una celebración. Fabada, chorizo a la sidra, pastel de cabracho, cachopo para valientes, pixín, marañuelas o moscovitas. Aquí se come con historia, con identidad, con mimo. Y sí, también con vistas.

La guía Weekender de Asturias propone una ruta desde el oriente hasta el occidente, deteniéndose en esas aldeas, playas y rincones que todavía conservan lo local en lo cotidiano. Un viaje contemplativo y pausado, pensado para quienes buscan belleza, conexión y autenticidad.

  • Vista una playa entre un acantilado verde sobre el Cantábrico en la costa asturiana.

    Llames de Pria

  • Vista aérea de un acantilado verde sobre el Cantábrico en la costa asturiana.

    Niembru

  • Camino costero por las salinas entre montaña y playa con vegetación frondosa y mar al fondo y surfistas entrenando.

    Salinas

Vista de donde se crea la Ola izquierda de Mundaka.

Urdaibai –– Costa Vasca

Urdaibai, en la comarca vasca de Busturialdea, es mucho más que un paisaje: es una forma de estar en el mundo. Un paraíso de turismo sostenible y ecoturismo en Euskadi, a solo media hora de Bilbao. Aquí el Cantábrico no embiste: acaricia. Y se funde con el verde suave de colinas, bosques frondosos y pueblos colgados entre montaña y mar.

La Reserva de la Biosfera de Urdaibai, declarada por la UNESCO, es un enclave privilegiado donde el río Oka va dibujando su curso hasta fundirse con el mar en un estuario espectacular. Aquí se entrelazan cultura, biodiversidad, senderos infinitos, acantilados que enmarcan el horizonte y una identidad vasca que se vive con orgullo. Todo sabe a tradición, a mar y a Txakolí frío, a cocina local con estrella.

Por un lado, Bermeo —marinero, intenso, colorido—; por otro, la mítica ola izquierda de Mundaka, que atrae surfistas de todo el mundo. Pasando por pueblos como Elantxobe o Ea, Urdaibai no es un destino: es una experiencia. Aquí el silencio no es vacío: es sonido de bosque, de aves, de olas rompiendo sobre roca.

Perfecta como escapada de fin de semana, o para dejarse caer en cualquier época del año, como el otoño, cuando los colores del hayedo y el mar se confunden. La costa vasca en su versión más cuidada, más real y más accesible.

Nuestra guía Weekender de Urdaibai propone un recorrido por esta región pausada y sensorial, donde cada parada es una invitación a mirar distinto. Y si aún quieres ir un poco más allá, a menos de dos horas por carretera te espera el encanto francés de San Juan de Luz, donde la cultura vasca se cruza con las fachadas de contraventanas rojas y el pescado se sirve sobre mantequilla.

  • Vistas navegando desde el estuario, barcas, casas entre montaña y vegetación.
  • Vistas desde le puerto de Mundaka con fachadas coloridas.
  • Vista del estuario del río Oka en baja marea fundiéndose con el mar Cantábrico, rodeado de montes verdes.
Vista del paseo por la costa desde Les Rotes de Dénia hasta el Cabo de San Antonio.

Dénia –– Costa Blanca

La Costa Blanca empieza en Dénia, una ciudad donde el Mediterráneo se vuelve amable, claro, fácil de habitar. Sus casas blancas, las playas largas, el castillo que domina la bahía, el parque natural del Montgó y los acantilados del cabo de San Antonio componen un escenario donde naturaleza y cultura se funden con la mejor gastronomía mediterránea.

Dénia no es solo punto de partida: es corazón de la Marina Alta y núcleo vital de un litoral que se disfruta todo el año. Desde el barrio de Les Rotes, con sus calas tranquilas y fondo marino de posidonia, hasta Les Marines, más animado y familiar, todo invita a un turismo tranquilo, de pequeñas rutinas felices. Un paseo al puerto, un arroz en una terraza, un vino blanco frío al atardecer.

El trayecto hacia el sur, por la Costa Blanca, nos lleva por Jávea, Moraira y Calpe, lugares donde el paisaje alterna entre calas escondidas y miradores infinitos, y donde ese ritmo que mezcla lo local con lo vacacional se mantiene con autenticidad. Playas del Levante con 300 días de sol al año, aguas claras, acantilados de vértigo y calas secretas componen un recorrido pensado para quien quiere parar y sentir. Porque aquí también se viene a volver a lo conocido, a repetir el mismo bar, la misma playa, el mismo paseo. Y en eso también está el disfrute.

La cocina local, reconocida a nivel internacional, lo corona todo: gamba roja, arròs del senyoret, fideuàs, carpaccios de pulpo seco, pan con alioli, Café Licor... Comer aquí, como bien dicen, es hacerlo de categoría.

Nuestra guía Weekender de Dénia y la Costa Blanca es la invitación perfecta para escaparse, perderse entre mar y montaña y redescubrir el Levante con ojos nuevos. Una escapada de fin de semana o unas vacaciones largas en la que lo sencillo vuelve a tener valor.

  • El Trampolí de Les Rotes de Dénia.

    Les Rotes

  • Vistas de la Cala Portixol en Jávea.

    Jávea

  • Vista panorámica de la playa de la Granadella en Jávea.

    Playa de la Granadella

Vistas de El Playazo de Rodalquilar, aguas tranquilas para bañarse, montañas alrededor.

Cabo de Gata – Costa de almería

La Costa de Almería, con el Cabo de Gata como emblema, es un lugar donde el tiempo parece no exisitir. Paisajes volcánicos, calas escondidas sin cobertura, dunas fosilizadas y casitas blancas recortadas contra el azul más crudo del Mediterráneo. Un espacio árido, casi irreal, donde cada curva del camino guarda una imagen que parece sacada de otro planeta. Aquí el sur se vuelve lunar.

Cabo de Gata es un parque natural protegido con más de 60 kilómetros de costa. Tras el “mar de plástico” que bordea el campo de Níjar, se abre un oasis visual: acantilados, salinas, cuevas, montañas rojizas y uno de los fondos marinos más valiosos del Mediterráneo. Aquí la belleza no es solo escénica, es también emocional: se camina sobre tierra viva, se escucha el silencio, se descubre lo esencial.

El viaje empieza en Rodalquilar, pueblo poético donde las calles evocan versos de Lorca, y sigue hasta Las Negras o el mercadillo de Níjar, con su cerámica y sus jarapas. Todo sabe a autenticidad. A cactus y buganvillas, a arroz compartido en Los Taharis, a vermut frente al mar.

Este destino es para quienes buscan escapadas al mar y practicar turismo consciente y respirar libertad. En verano o en invierno, el Cabo de Gata no solo es un parque natural: es un estado mental. Un lugar donde regresar cuando todo lo demás abruma.

Nuestra guía Weekender por Cabo de Gata te lleva a explorar estas playas vírgenes, a caminar por pueblos detenidos en el tiempo y a reconectar con la esencia cotidiana.

  • Playa del Peñón Blanco, en Isleta del Moro, rodeada de peñones y aguas azules.

    Isleta del Moro

  • Fachadas blancas y macetas de colores y plantas en el centro de Níjar.

    Níjar

  • Vista volcánica del Cabo de Gata con formaciones rocosas y mar en calma.

    El Plomo

Cinco costas, cinco maneras de entender el mar. Cada una con su luz, su cocina, su manera de mirar el horizonte. No hay una más auténtica que otra, solo formas distintas de habitar la orilla.

Este recorrido por las costas de España no solo invita a moverse: invita a quedarse. A mirar como quien pertenece. A viajar como quien regresa. A saborear los pueblos, la calma y la conversación con lo cotidiano. Porque a veces no hace falta ir lejos para volver a lo esencial.

¿Quieres recomendaciones para tu próxima escapada?

Descubre todas nuestras guías Weekender: pequeñas rutas pensadas para viajar con propósito, gusto y ese ritmo que solo se encuentra cuando uno se deja llevar.